Vive Bacatá
miércoles, 27 de marzo de 2013
Catching Fire
miércoles, 13 de febrero de 2013
Hace dos años la ducha, hoy El Librero.
Guadalupe y Pablo se aman y se odian en Buenos Aires, Paul Steinberg sobrevive al holocausto, Facebook se usa como herramienta de mercadeo, Boris el oso quiere hacer amigos, la mina El Zancudo cambió la historia de Antioquia, Púberman es la nueva urbanidad de Carreño, los sistemas familiares los afectan los vivos y muertos... En fin, los temas que he leído hasta ahora son muchos. Unos más apasionantes que otros, pero qué así es la vida. Por ahora estoy feliz de poder viajar mentalmente a lugares tan remotos y diversos, cerrar el libro y llamarlo trabajo.
sábado, 5 de marzo de 2011
Carnaval de la tierra.
domingo, 13 de febrero de 2011
Frío, frío como agua del río.
jueves, 6 de enero de 2011
Döner
miércoles, 5 de enero de 2011
Y sigue la lluvia
martes, 30 de noviembre de 2010
Mea culpa.
Tras un proceso dual de introspección y un poco de investigación caí en la cuenta de lo antigua que es la sensación de culpa, no sólo en mis recuerdos, sino en la historia también, específicamente en la del mundo cristiano.
En mi búsqueda me topé con distintas explicaciones de lo que es la culpa y de dónde viene. El primero que surgió entre los libros e Internet fue Freud, él dice que sentir culpa es inherente al ser humano; lo explica con el complejo de Edipo, cómo los hijos eventualmente sentirán una mezcla de emociones negativas hacia su progenitor del mismo sexo, que se traducen en culpa por un conflicto que surge entre el Yo y el Super yo. A decir verdad su explicación no me satisfizo, Freud relaciona todo con el desarrollo sexual del infante, y a pesar de que sea interesante no me resultó emocionante; rimó pero decidí buscar en otro lado. Entré a un portal en Internet llamado “inteligencia emocional” allí explicaban la utilidad de la culpa y cómo ésta regula nuestro comportamiento en sociedad. Explicaban, también, como existen distintos “niveles” de culpa en los cuales ésta se relaciona el daño que se haya causado y las intenciones con las que se actuó. No es lo mismo romper un plato porque estaba enjabonado y se me resbaló, a romper un plato porque no controlé mi ira y lo tiré al piso; el resultado final es el mismo pero la culpa no.
Decidí hacer un pequeño experimento. Busqué la palabra “culpa” en Google y le agregué una afiliación religiosa distinta en cada búsqueda Ej.: Culpa y budismo, culpa y cristianismo, culpa e hinduismo, etc. Después copié la cantidad de resultados de cada búsqueda en una tabla y los comparé. Este experimento, más que un proceso científico, fue una especie de juego que me sugirió por donde continuar mi búsqueda; esto fue lo que encontré:
Afiliación religiosa | Resultado de búsqueda en Google |
Culpa y Budismo | 458,000 resultados |
Culpa y Judaísmo | 460,000 resultados |
Culpa y Hinduismo | 282,000 resultados |
Culpa y Taoísmo | 155,000 resultados |
Culpa y Ateísmo | 260,000 resultados |
Culpa y Cristianismo | 2,310,000 resultados |
De estos resultados me llamaron la atención el del budismo y el del cristianismo por ser las dos búsquedas que más resultados arrojaron. Las primeras páginas de resultados de la búsqueda “culpa y budismo” tenían títulos como: “la alegría de vivir sin culpa” o “El Buda sin culpa”. Pronto aprendí que la culpa no hace parte de la filosofía budista; incluso leí que en la lengua tibetana simplemente no existe una palabra para ese término, pues ese concepto no hace parte de la cultura. Las páginas eran como quien dice para cristianos occidentales curiosos por el tema, en las que se les explica una forma de vida libre de un concepto básico dentro de nuestra cultura, eso fue suficiente para saber que debía buscar en otro lado.
Miré un par de las millones de paginas que contenían las palabras “culpa y cristianismo”, todas las que leí relacionaban la culpa con el pecado original y la expulsión de Adán y Eva del paraíso. El pecado original es uno de los dogmas cristianos; el hombre desde su nacimiento carga con la culpa de ser hijo de padres pecadores, para subsanar este mal la Iglesia recurre al sacramento del bautismo y así librarnos de culpa, una realmente difícil de entender para mí, e introducirnos oficialmente en la fe cristiana.
Viendo las cosas así, con un tinte menos inocente, la culpa deja ser algo tan natural en el hombre, pareciera ser una excelente herramienta de control social como lo han propuesto algunos pensadores. La iglesia, como institución humana del cristianismo, se dio cuenta de esto y le sacó provecho; tanto que hoy en día muchos de nuestros actos están influenciados por la culpa, que sentimos o evitamos sentir al comportamos dentro del esquema que nos es asignado.
Mi inquietud por entender la culpa brotó de un lugar incómodo de mis adentros que aún no está del todo saciado. Tal vez ese “lugar” dentro de mí siga húmedo de las aguas bautismales que pretendían limpiarme de culpa pero hicieron todo lo contrario. Más que señalar al cristianismo de hacer sentir culpable a una gran porción del planeta, deseo seguir reflexionando sobre el tema y los invito a ustedes a hacerlo; ojalá sea una reflexión que nos haga críticos y nos permita evaluar el motor de nuestro actuar, y así descubrir si obramos movidos por el miedo y la culpa o el respeto a la vida y el reconocimiento de la igualdad de valor de cada ser humano.