domingo, 13 de febrero de 2011

Frío, frío como agua del río.


Hace más de un mes se dañó el calentador de agua y hay momentos de la vida, como este, en los que el agua caliente no es una prioridad. Sin embargo acercarse a la ducha a las 5:00 puede parecer una pesadilla en la que el monstruo es un metálico demonio de cuello corto y cabeza punteada que escupe chorros de agua gélida a sus indefensas víctimas. Por suerte no soy el más escrupuloso y evitar el enfrentamiento con esta fría bestia es algo simple para mí, solo altero mi ruta cotidiana evitando la escala, de la ducha, entre mi habitación y la cocina y ya está. Es un atajo, es la excepción, es lo fácil sinceramente el caballero de novela medieval aflora dentro de mí y la mayoría de los días decido luchar contra el monstruo.

El procedimiento es simple y dependiendo de la actitud puede ser o no ser doloroso. Giro la llave del agua, la derecha por su puesto, sale un chorro violento de agua andina, helada. El agua salpica en mis piernas y me recuerda que ya no hay vuelta atrás. Mojo el pie izquierdo, luego el derecho. Mojo el pie izquierdo una segunda vez y le permito al agua acariciar más partes de mi piel, sube por mi pierna hasta los oblicuos del abdomen, luego repito el procedimiento con mi otra extremidad. Mojo mis manos y los brazos hasta el hombro, esta es la parte más difícil para mí. El pecho y la espalda vienen después y finalmente una bofetada de agua termina de mojarme. Mis manos enjabonadas frotan agitadamente mi piel, que busca en ellas un poco de calor. Finalmente cae un chorro sobre mi cabeza, se desliza con suavidad por mi piel y limpia de impurezas mi cuerpo.


El agua purifica y si esta es fría aún más.





3 comentarios:

  1. "this tooo shall pass"
    and when it does we will be stronger people and a stronger family...
    te quiero mucho

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